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No te mueras hoy… muérete mañana

Callejón 01Era una mañana soleada y fría, empecé a caminar y de pronto se movió un viento muy fuerte y frío, todo cambió en poco tiempo.

El viento trajo nubarrones muy oscuros oscureciéndolo todo enseguida. Eché un vistazo alrededor y vi gente por la calle que antes no había visto, todos parecían fantasmas bajo la lluvia, caminaban con la cabeza baja bajo el temporal, no hablaban, iban a lo suyo, no se detenían y se guarecían como podían del aguacero. En ese momento se oyó el ruido de un motor acercándose rápido y un automóvil apareció por la esquina y se detuvo a mi lado: dos hombres ataviados con gabardinas y sombreros grises de fieltro bajaron del vehículo por las puertas de atrás. Se movieron con una rapidez inusual hacia mí.

Uno de ellos dijo:

–Disculpe un momento por favor, ¿podría ver su documentación?

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De soledad a soledad

Avión Papel 02Me desperté, había dormido bien. Miré el reloj, las ocho de la mañana. Después de ducharme, baje a hall del hotel y salí a la calle, estaba desierta, me dispuse a buscar algún lugar para desayunar, después haría un poco de turismo. Pensaba ir a algún museo del que tenía referencias por la guía de viajes adquirida en Pamplona. Me encontraba en el centro de Las Palmas. Vi por casualidad a un policía local, le pregunté por una cafetería y por cómo llegar al Museo Pérez Galdós:

– ¿Una durcería a estas horas? Los museos están cerrados, hoy es fiesta en la isla.

¡Me había pasado! Una hora menos en Canarias. Me indicó un sitio donde podría desayunar. Después de desayunar callejeé por la comercial y peatonal calle Triana. Saqué sin problemas dinero de un cajero y volví al hotel; estaban limpiando las habitaciones. Entablé conversación con una chica joven que estaba en la mía y enseguida me di cuenta de que nunca había salido de la isla.

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El viaje de mi vida

Auf dem WegSe puede viajar de un sitio a otro y disfrutar del paisaje, de pueblos, de ciudades, de las personas que viven en ese entorno y aprender cosas nuevas.

Normalmente, se suele salir de viaje cuando se va de vacaciones y, estos días, suelen ser de relax: intentar cargar las pilas para volver a nuestro lugar de origen con energías renovadas.

A mí, personalmente, me gustaría hacer un viaje a un lugar de fantasía (esto suele darse en los cuentos) donde todo fuese felicidad y armonía y los problemas, que asolan hoy en día a la sociedad, no existiesen. Todo se compartiría y nadie sería más que nadie. Pero esto es una utopía y el mundo real en el que vivimos es muy diferente.

Se puede viajar dentro de uno mismo y conocerse mejor, pero éste es un viaje por la mente que entraña riesgos y, a veces, se puede caer en un pozo sin fondo donde, quizás, no se encuentre la salida.

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La medalla de Miguel

Cocina 02Tres hombres trabajan a diario en la cocina del restaurante de Jiménez. Alfredo se encarga del horno y los guisos, Marcos es el repostero y el tercero, Miguel, prepara las ensaladas y la carne a la plancha.

De vez en cuando Jiménez, el jefe, un tipo flaco de nariz aguileña, le dice a Miguel que no se olvide de partir el pan y echarlo en los cestillos, o le pide que ordene la estantería de las hortalizas, o le grita, “Miguel, deja las ensaladas y prepara dos bocadillos de lomo con pimientos”. A Miguel, en cuanto escucha la voz ronca, contundente de su jefe, le tiembla el cuchillo que tiene en la mano derecha y parte el tomate en trozos cada vez más grandes y desiguales.

—Sí, sí, ahora mismo —dice Miguel a la vez que esparce el tomate sobre los platos.— Una, dos, tres…veinte ensaladas, sí, ya están todas.

—Por tus muertos, date prisa —vuelve a vociferar el jefe.

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La noche había sido larga

taza01La noche había sido larga, muy larga, pues Alejandra no había conseguido pegar ojo en ningún momento. En su cabeza se habían agolpado ideas a cual más absurda y que atentaban, directamente, con su buena salud mental, por lo que era urgente para ella el contrarrestar sus pensamientos con alguien de toda confianza, que tuviese los pies en la tierra y fuese más cuerdo, mucho más cuerdo que ella.

Todavía no había nadie levantado en su casa a esas horas, así que tendría que esperar. Mientras tanto intentaría poner en orden las ideas en su alocada cabeza.

Por fin amaneció uno de los habitantes de la casa, su hermano Richard.

—¡Ey, hermanita! ¿Qué haces levantada tan pronto? ¿Te has caído de la cama? ¿O es que no te has acostado? —preguntó preocupado Richard a su hermana.

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Relato

atletismo01Estuve este día de primavera compitiendo en la pista de atletismo.

Yo me preparé bien, aquel día anduve unos seis kilómetros para llegar hasta Burlada. Después de guardar la bolsa de deporte en el vestuario, comencé el calentamiento previo a la carrera.

Aun no teniendo el calzado apropiado para saltar a la pista, decidimos los cuatro correr en la competición de la distancia de cuatrocientos metros, concretamente en los relevos de 4 por 400 ms.

Me ofrecieron sustituir a un atleta que por causa de un malestar no podía formar parte en su grupo de corredores.

Todavía desconozco el nombre de los muchachos, todos éramos jóvenes, yo tenía veintitrés años y aquella fue mi última carrera de competición en las pistas de atletismo.

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