—Te lo aseguro, soy otra si tú estás conmigo.
—No será para tanto.
—Sí que lo es. Contigo me sale hacer cosas. No me digas cual es el motivo.
—Eso está muy bien, me gusta que hagamos cosas en común.
—Pues sí, a mí también, pero ¡ay de mí cuando tú no estás! No sabes la desazón que me entra, de hecho me quedo en casa, hundida, sin ganas de hacer prácticamente nada, pienso que no valgo un pimiento, que no tengo fuerzas para hacer nada de nada.
—Vaya, no lo sabía. ¿Por qué no me lo habías dicho antes?