Era una mañana soleada y fría, empecé a caminar y de pronto se movió un viento muy fuerte y frío, todo cambió en poco tiempo.
El viento trajo nubarrones muy oscuros oscureciéndolo todo enseguida. Eché un vistazo alrededor y vi gente por la calle que antes no había visto, todos parecían fantasmas bajo la lluvia, caminaban con la cabeza baja bajo el temporal, no hablaban, iban a lo suyo, no se detenían y se guarecían como podían del aguacero. En ese momento se oyó el ruido de un motor acercándose rápido y un automóvil apareció por la esquina y se detuvo a mi lado: dos hombres ataviados con gabardinas y sombreros grises de fieltro bajaron del vehículo por las puertas de atrás. Se movieron con una rapidez inusual hacia mí.
Uno de ellos dijo:
–Disculpe un momento por favor, ¿podría ver su documentación?