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Las palabras de la tribu

Sucedió tras una noche de pesadilla en la que me vi envuelto en otro mundo desganado por visiones dantescas que aún me escuece el espíritu negruzco. Como es habitual me senté en un banco de la plaza recoleta a ver pasar las nubes viajeras y a los árboles fieles a su territorio que bailan la canción del suave viento y lejano.

A través del día intento no sucumbir a equívocos. Aclaro las ideas tempestuosas, intento poner orden donde no hay sino caos rítmico. La canción del solitario se abre paso en las calles pintorescas. La luz siempre es buena, pero la rutina lucha por impedir novedades y sorpresas.

Pronto las voces vuelven a taladrar la mente. El caso es que olvido su procedencia, no sé si son producto de la imaginación o son las señales del más allá, o bien mensajes que no entiendo sumido entre desasosiegos. Veo pasar la gente y todos parecen tener prisa y es como si no se vieran. Señales alucinatorias vuelven hacía algún intento de futuro, quizás inventan extendida una música que lleva hacia los extensos territorios que otrora fueron incandescentes.

Ahora no sé si vivo o muero, si estoy dormido o despierto, o habito universos paralelos, las presiones se agitan y finalmente vuelve la insidiosa depresión por este barrio de estrechas callejuelas y recovecos y pasadizo y la más esotérica que estalla sus alas beligerantes hacia las playas invadidas por la luna del atardecer. Tales olas que vuelven a su cauce natural y las alas rompientes que me hablan de su procedencia: Estambul, El Cairo, Ibiza, Baleares.

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A través de nuestros ojos

10La luz entra a través de los pocos huecos que deja la persiana a medio cerrar, José Ramón puede sentir la suave brisa que acaricia su cara, y la tenue luz le recuerda que tiene que levantarse para ir a trabajar.

Antes de nada tiene que leer la pizarra que tiene en el pasillo, nada más salir de su habitación. Ésta es negra y de grandes dimensiones, y en ella anota todo lo que tiene que hacer en el día, para no olvidar nada, incluso las cosas más elementales, como coger las llaves, apagar las luces y dejar todo en orden.

Ha ido al baño, se ha aseado, afeitado y por último el after save. Cuando termina, se acaricia la cara, y la suavidad de su mejilla le recuerda a su madre, que haciendo el mismo gesto se lo decía cuando era pequeño, «qué cara más suave tiene mi niño. Cuando yo falte, recuerda hacerlo todos los días y así me sentirás cerca por mucho tiempo que pase».

Sus padres siempre le recordaban que era una persona muy especial, y que esforzándose lograría todo lo que quisiera, pero que nunca, nunca, permitiese que nadie se riese de él.

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Recordando a mi madre

Madre 02Mis recuerdos se remontan a los cuatro añitos, entonces vivía en un internado de San Sebastián, mis padres eran pobres y mi madre esquizofrénica, pobrecita mía. Recuerdo que esperaba ansiosa la visita de mi madre, como agua de mayo, esos ojos azules, esa mirada profunda de alegría por verme y de su pesar por no tenerme.

Pero todos los domingos llegaban, estaba con ella todo el día, mi madre compraba un pollo, comíamos sentadas en un banco de los jardines de alrededor del internado.

Yo era feliz y recibía un millón de besos y abrazos, era un rayo de sol para mi corazón. En el internado era bien atendida por las monjas, yo no entendida muy bien por qué estaba separada de mis padres. No quería a mi padre, pues con mi mente de niña pensaba que no ayudaba a mi madre. Murió cuando yo tenía siete, no lloré, guardé en el cajón de mis tesoros la foto y no la miré más.

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Mirando hacia la ventana

SEGUNDO CLASIFICADO DEL CONCURSO DE RELATOS 2015

Escaleras 02Lo veo a él tomando café, bebe un sorbo de agua de un vaso que está al lado, mientras escribe unas letras en un pequeño libro. Recuerda con fugaces destellos todos los momentos de su vida por los que ha pasado. Recuerda una infancia perdida, observa a unos niños jugando en un día de nieve, se ve a él mismo tirando bolas de nieve gigantes. La nieve esta fría entre sus manos, le gusta su color, es blanca, se deshace entre los dedos, tantas cosas se le escapan entre los dedos ahora que lo ve. La nieve es fría, pero cuando la acaricias te da un tremendo calor que recorre todo tu cuerpo. Su frescor te despierta como la brisa de la mañana. Los días son blancos cuando nieva.

Ve dos niñas jugando en la nieve con su amplia sonrisa, tirándose delicadamente bolas de nieve, y recuerda cuando se ataba sus zapatillas, se ponía su gorro de capucha y salía a correr bajo las estrellas. Recorría la ciudad, pasando por delante de los edificios sombríos, corría porque tenía miedo, miedo de no gustarse como era. Se sentía gordo, no hacía más que comer, no se gustaba como era, no le gustaba el aire que respiraba. Quería salir de allí, todos los días corría. Tenía un sitio donde ir, pero el miedo e inquietud de la juventud le hicieron tomar otro camino.

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Retorno o encuentro con mis raíces

Inside of a train carriageSemana de vacaciones en Donosti: me siento como un caballo de carreras, faltan pocos días para marcharme ya y mi cuerpo y mi mente están a mil por hora. Este fin de semana he tenido que parar en seco porque estaba muy acelerado, nada, deja el cuaderno y el boli y coge tu otra herramienta que son las dos ruedas, por fin un poco de relax (desconexión), vamos, un alivio para esta cabecita. Necesito reencontrarme con mis orígenes para rellenar huecos tanto mental como físicamente; también mi olfato necesita de esos olores a verde y costa, no sé, la tierra cala mucho, te invade interiormente de forma bestial, a lo grande, son muchos años fuera y eso influye mucho en cuerpo y alma, en fin, seguiremos contando los días para experimentar con las sensaciones que nos depara el norte. Pero necesito intentar hacerlo de forma pausada, no como siempre, que parece que se me acabase el tiempo, necesito hacerlo tranquilo y disfrutar así de cada momento y que mi mente entre en un estado de éxtasis, no sé, lo necesito tanto. Pararme a pensar y reflexionar qué ha sido de mi vida aquí en Nafarroa, ver si ha sido positivo o no, por otro lado me da un poco de miedo el recuentro, no vaya a engancharme y me dé por quedarme. (2-6-2014) Bueno, empieza la cuenta atrás, mañana me voy a Donosti y de paso a hacer una visita a mi pueblo (Legazpi), ahora estoy en el hospital pero me da igual, es sólo rutina, demasiado acelerado para dormir, pero también creo que es algo normal. (3-6-2014) Bueno, voy para allá, 8:30 y ya estoy en el autobús, aunque no he empezado bien, ayer preparando la comida me lesioné y tuvieron que ponerme puntos, nada me puede hacer perder esta oportunidad, estoy demasiado mentalizado como para quedarme en el dique seco. A ver qué tal el viaje en tren, hace años que no uso el tren, aunque me gusta más que el autobús. 9:40 Estoy esperando en el andén y no sé qué tengo, soy como un imán que los atraigo a todos, ya están aquí los Testigos de Jehová, en fin, respira hondo y di simplemente “no me interesa”, ahora que veo el folleto que me han dado me fijo en las fotos del folleto y caigo en que se me ha olvidado la cámara, una cosa que tendré que hacer: fotografiar mentalmente. Ya en el tren, vaya lío con los vagones, y hala, a usar la suela de la zapatilla. Relaja tío, que estas de vacaciones, siéntate y a escribir, que sabes que te relaja mogollón. Estoy pasando bastante calor por que el tiempo está peor que yo y creo que me he vestido de 3 estaciones, yo que sé, viendo el interior del tren pienso cómo avanza esto de la tecnología, la última vez que monté en tren fue un talgo viejo y un expreso, en fin, maldita nostalgia, aquí estoy, en preferente, entre trajes y corbatas, me siento como una bombilla fundida, pero bueno es un mundo nuevo para mí, así que a observar, qué me encanta, soy como un radar, y el tío del carrito para arriba y para abajo haciendo interferencia en mi ángulo de visión, y encima vaya precios, menos mal que soy de la vieja escuela y llevo provisiones. Llevo mucho tiempo sin coger vacaciones y me invade una sensación rara, no sé cuánto me va a afectar mentalmente, de momento estoy en el limbo, este olor a nuevo del vagón que se entremezcla con el aire es molesto para mí, no me llegan señales positivas a mi mente (odio el olor a nuevo), no me dice nada (recordatorio), tengo que escribir sobre una experiencia que viví el fin de semana pasado, en concreto el sábado por la mañana.

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