Archivos de la categoría Concurso Relatos 2021

Textos pertenecientes al «VII. Concurso de Relato Corto ANASAPS» (2021)

Las ladronas de flores

¡¡¡GANADOR DEL CONCURSO DE RELATOS 2021!!!

Hay mujeres sencillas que no tienen gran apariencia, pero detrás de ellas existen dos mujeres maravillosas. Mi amiga, y yo misma. Son, o somos, mujeres que nos hemos hecho fuertes luchando contra los avatares de la vida. Poco a poco y día a día han luchado por atender bien a los que estaban junto a ellas, y quieren con todo su corazón, si se les deja. Mujeres solas que saben mucho de la vida, de aquellos que las han valorado en su justa medida, y aquellos que han intentado por todos los medios no dejarles ser MUJERES. Anónimas, la vida las acerca, y así pueden conseguir todo o casi todo lo que se propongan. Son distintas en cuanto a situación vital, pero iguales en sus sueños.
Lorea vivía, (y vive) en Sarriguren. A este pueblo del Valle de Egüés le rodea un pequeño riachuelo y zonas verdes. Aingeru vive con Lorea en un segundo piso, junto con una perrita y su periquito exótico que entró un día por la ventana de la terraza. Aquel día, estaba famélico, y lo adoptaron. De vez en cuando lo soltaban para ejercitar sus alas.

Lorea después de un largo letargo, por su medicación, dio bastante que hacer a Aingeru, pero después de mucho tiempo así, casi apática, se empezó a sentir mejor según le fueron disminuyendo la medicación, bastante, demasiada.

Allá por entonces, Lorea paraba solo a hablar con Carmentxu. Ella tenía cuatro años menos, pero no importaba, hablaban entonces poco pues la cabeza de Lorea no daba para mucho. Lorea estaba muy necesitada de gentes y de cosas. Carmentxu le ofreció de su ropa para ayudarla. Según Lorea, se iba sintiendo mejor, más centrada, con nueva ropa, y así su autoestima fue creciendo. Al final, a sus 54 años ya no le pesaban tanto. Carmentxu, rubia, de estatura parecida a la de Lorea, y ojos bonitos, verdes y grandes, era la persona más amable que le recordaba a sus amistades de antaño, cuando vivía en Mendillorri y su vida era mejor.

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La promesa de Pablito

SEGUNDO CLASIFICADO DEL CONCURSO DE RELATOS 2021

Pablito vivía feliz en su pueblo natal de unos quinientos vecinos más o menos, era el mayor de tres hermanos y a sus doce años se consideraba ya un adulto, porque tenía la responsabilidad de llevar a sus dos hermanos, Luisito de 10 y María de 8, al colegio en el que los tres cursaban los estudios primarios. Su domicilio distaba veinte minutos andando desde su casa y se sentía importante con la sonrisa que su madre le brindaba al llegar a casa por la tarde y tenerlos sanos y salvos de vuelta en el hogar. Sus padres tenían poco tiempo libre para cuidar de ellos, Luis su padre, trabajaba en la tejería del pueblo convirtiendo la arcilla rica en esa comarca en tejas y ladrillos, llegaba a casa al atardecer muy cansado y lleno de suciedad con el afán de una buena ducha, una cena en familia y retirarse pronto a descansar para afrontar descansado la siguiente jornada.

A Felisa, su madre, no le daba el día tregua entre las obligaciones de la casa, comidas, ropas, atender un pequeño huerto familiar, alimentar algún animal doméstico y, por si fuera poco, también hacía pequeños arreglos de ropa por encargo para así ayudar a llegar a fin de mes. Así que Pablito salía por la mañana al colegio con sus hermanos y con algún encargo de su madre para entregar alguna ropa arreglada o recoger algún encargo para llevarle a su madre, eso le hacía sentirse importante y le gustaba poder ayudarle. Por la tarde después del colegio jugaba un rato con sus amigos con un ojo puesto en ver por dónde andaban sus hermanos. A sus hermanos un rato también le llevaba hacer la tarea del cole y luego pronto a cenar para irse toda la familia pronto a descansar.

Así eran los días laborables en el pueblo de Pablito, solo se alteraba esa rutina el fin de semana, que la fábrica donde trabajaba su padre paraba. Tampoco había cole y tenían más tiempo para jugar, aunque eso sí, el domingo tenían que ponerse guapos para ir a la iglesia en familia y eso ya no le gustaba tanto porque con la ropa de los domingos casi no podían jugar para no mancharla y eso era un fastidio.

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Línea y circunferencia

TERCER CLASIFICADO DEL CONCURSO DE RELATOS 2021

Hace unos cuantos años empecé a dejarme llevar por la corriente de la sociedad,
dejé la contracultura que seguía, la cual cobijaba mi identidad.
La reemplacé por una personalidad mejor aceptada.
El miedo a ser diferente nos abruma.
Me refiero a los punkis, a los emos, a los raperos etc.
Gente que vive al margen de la colectividad
pero que a la vez se sienten aceptados por tal minoría.
Todos buscamos una aprobación
y un poco de amor, ¡yeah!
Resulta que cuando vivía en Colombia no me tomaba en serio los estudios,
lo único que hacía era jugar al baloncesto.
Encontraba en este deporte refugio.
Cuando vine a España
me sentí rechazado por mis compañeros.
Empecé a hacer cosas que no eran de mucha reputación.
En el aprendizaje era un caos, sin embargo mis profesores me decían que era inteligente.
Poco a poco fui dejando lo que no me convenía,
y esto incluía amistades,
por otras cosas como el arte.
Aunque había perdido varios años de mi vida
comencé a remontar
como un salmón que va por el río.
Me apasionaba el dibujo
y encontré amparo
en la perfección de las línea
y la belleza de las curvas.
Así fue bien.

• Lucha •

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