SEGUNDO CLASIFICADO DEL CONCURSO DE RELATOS 2015
Lo veo a él tomando café, bebe un sorbo de agua de un vaso que está al lado, mientras escribe unas letras en un pequeño libro. Recuerda con fugaces destellos todos los momentos de su vida por los que ha pasado. Recuerda una infancia perdida, observa a unos niños jugando en un día de nieve, se ve a él mismo tirando bolas de nieve gigantes. La nieve esta fría entre sus manos, le gusta su color, es blanca, se deshace entre los dedos, tantas cosas se le escapan entre los dedos ahora que lo ve. La nieve es fría, pero cuando la acaricias te da un tremendo calor que recorre todo tu cuerpo. Su frescor te despierta como la brisa de la mañana. Los días son blancos cuando nieva.
Ve dos niñas jugando en la nieve con su amplia sonrisa, tirándose delicadamente bolas de nieve, y recuerda cuando se ataba sus zapatillas, se ponía su gorro de capucha y salía a correr bajo las estrellas. Recorría la ciudad, pasando por delante de los edificios sombríos, corría porque tenía miedo, miedo de no gustarse como era. Se sentía gordo, no hacía más que comer, no se gustaba como era, no le gustaba el aire que respiraba. Quería salir de allí, todos los días corría. Tenía un sitio donde ir, pero el miedo e inquietud de la juventud le hicieron tomar otro camino.
Buscó en la naturaleza otro refugio, ya no corría, ya no tenía miedo, la vida era como un sueño, cada día distinto. Los días eran más brillantes, como si brillasen dos soles en el firmamento. Esos días eran más cálidos, pero seguía sin encontrarse a sí mismo. Se veía en sueños trabajando en ciudades industrializadas con ropa de trabajo. Su trabajo era subir escaleras rotas entre medio de máquinas industriales, recorría durante horas escaleras con peldaños sueltos que lograba subir, con ayuda de sus zapatos. Llevaba mochilas, al final de sus sueños salía a recorrer calles de un pueblo que no conocía. Cuando salía el sol se iba a dormir, pero escuchaba una voz que le decía; ¿para qué vas a dormir? Tienes que disfrutar del día y salir a recorrer la ciudad, pero muchas veces se equivocaba de dirección. Él no veía cual era el camino correcto. Él escuchaba sus voces interiores, pero no miraba a su alrededor, estaba tan ciego…
Todas las noches soñaba con cajas blancas, edificios de color blanco y grandes camiones repartiendo esas cajas, llenas de no se sabe qué. Allí descubrió dónde estaba el orden. Pasó largo tiempo internado en esos blancos edificios, buscando la dirección correcta. Recuerda un día que estaba en una gran casa blanca y hablaba con una chica, la cual hablaba muy bien en inglés, él sólo quería estar solo, siempre estaba triste, echaba algo en falta que había perdido, su mente no pensaba en nada, todo le hacía daño. Un día, hablando con esa chica, sacó de su bolsillo un bote de pegamento, le dijo que era para pegar su corazón roto, de repente algo sucedió, porque el dolor era más tenue. Los días hablando fueron más largos y las flores de distinto color, color brillante. No hacía tanto frío, la sonrisa volvió a su cara, aprendió a vivir y hacer las cosas con ella. Aprendió a ver la vida desde sus ojos marrones, de color tierra y un toque de verde, como el río que les unió, que les hace andar en la misma dirección.
Allí hablaba con la gente, no buscaba nada porque estaba perdido. De vez en cuando se acercaba a la naturaleza, a una ventana que daba al bosque. Desde ahí oía el ruido de los coches pasar, de noche y de día, se paraban en su ventana y de repente las voces le hablaban, le decían lo que tenía que hacer, si salir a la calle o si quedarse en casa pensando en lo que tenía y en lo que no tenía.
Pasaron los años, y él seguía en esa gran casa blanca. Un día, hablando con el doctor, le dijo que tenía esquizofrenia paranoide, entonces descubrió por qué había tenido siempre tanto miedo, por qué siempre andaba en dirección contraria. Poco a poco descubrió el nuevo significado de las cosas, descubrió lo que es hacer algo con una persona a su lado, la cual recorre el camino junto a él. Descubrió el significado de levantarse con alegría, pues tenía a alguien que le decía si estaba equivocado o era correcto. Otra persona en la que confiar. Descubrió el significado nuevo de andar mirando a tu alrededor, sin tener miedo.
Despiértate y dime cómo tienes el alma hoy, levántate y respira el aire de la mañana, llevo horas luchando con mi corazón, cansado, libre por el viento. Escúchame, te voy a contar las palabras que me han dicho hoy, abre los ojos y sonríeme porque hoy estoy triste. Sólo acompáñame, no sientas la tristeza que siento yo, te necesito, estaré a tu lado. Gracias por ser el viento que mece mis pensamientos, a veces tomamos caminos distintos, a veces estamos separados por muros invisibles, pero aún sigo oyendo tu voz, entre las hojas de los árboles. Ahora reconozco que estaba equivocado, por favor no te sientas mal. Estás y no te necesito, te vas y te echo de menos, espera un momento y déjame a solas con mis pensamientos, en ellos también estás, eres un ángel, no te conviertas en ese diablo al que no puedo soportar. Estás y no respiro, te vas por un momento, y vuelvo a ser el que necesitas, el que está a tu lado, el que llora en silencio cuando te encuentras mal, tu amigo, déjame por un momento escucharte, no te mereces el sufrimiento por el que pasas. De nosotros depende que las cosas salgan bien, descansa tranquila que yo también descansare. Gracias por comprenderme tan bien.
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