Condena a un destierro

08Todo comenzó hace seis años aproximadamente, Nacho estaba pasando una mala etapa. Hacía años que sufría una fuerte depresión, pero nadie veía que realmente le pasara nada. La familia, el trabajo, los amigos, todos decían que eran cosas suyas, pero en realidad a Nacho le ocurría algo bastante amargo y duro que le hacía sentir mal.

Empezó un ir y venir de médicos de todo tipo sin dar con lo que le pasaba en realidad, hasta que un día un doctor le dio un diagnóstico: trastorno bipolar. Todo se le cayó encima, no sabía qué hacer, por dónde tirar o cómo afrontarlo. Pasó un tribunal médico donde le dieron una incapacidad y entonces comenzaron los verdaderos problemas.

Todo ha ido de mal en peor, se metió en sí mismo sin saber qué hacer. El día a día era terrible, no quería levantarse de la cama ni salir de casa, la gente empezó a darle de lado y la familia no le apoyaba lo suficiente. Fue dando tumbos de psiquiatra en psiquiatra y de asociación en asociación, pero su malestar y su tozudez a no ver que tenía que continuar con su vida y dejarse ayudar no le dejaban avanzar.

Él quería poder volver a sentirse vivo y realizado sin los estigmas que trae esta enfermedad, que son muchos. Poco a poco fue superando sus dificultades con algún tratamiento y el apoyo de alguna asociación que le ayudó a integrarse y a ver que los estigmas que se crean de estas enfermedades son falsos, pues se puede llevar una vida normal. Nacho ha avanzado en su camino, con el apoyo de asociaciones y familiares, sin embargo sabe que queda mucho por recorrer.

Ahora es momento de enseñarles a las instituciones y empresas de trabajo que él no es un extraterrestre y que tiene derecho a un puesto de trabajo pese a su enfermedad. Ha llegado la hora de romper esta condena a un destierro…

• Nacho •

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