Me siento mal cuando las cosas de la vida no me acompañan y lo bueno que pueda haber en ella desaparece. Mis animales, mi salud, todo lo que se ha quedado por el camino.
¡Cómo duele!, dolor difícil de aliviar, pero aquí estoy, con mi hijo por teléfono, escuchando que ha ganado un partido de pelota a mano.
Así empecé a edad temprana a ganar mis medallas.
Pido a Dios que no complique demasiado la vida de mi niño, cuando estoy con él olvido todo, pero cuando no está es difícil ser ola en el mar.